REFLEXION DOMINICAL, 31 DE JULIO, 2016

Hoy nos encontramos en el décimo segundo domingo después de Pentecostés, para fortalecernos en torno a la Palabra de Dios, que ilumina, fortalece, inspira y nos lleva a la vida de exigencia para no seguir en la vida de muerte.

El mundo se sigue sangrando y no se ve que los seres humanos decidamos cambiar esta vida de violencia, sino que más agregamos mayor vida de muerte con el mundo de las armas y el cómo infundir terror, en lugar de llegar a un entendimiento y de vivir con dignidad y respeto. Toda la vieja Europa sigue en alerta, pero debe de poner bien en examen todo el daño que han hecho la mayoría de esos países, aunque esto no indica que por eso es permitido la venganza.

Hemos visto tanto derroche de dinero, de palabras bonitas en esta nueva convención demócrata, y la gente se llena de ilusión creyendo en esas propuestas de cambio, estando el mismo sistema de gobierno en el poder; pero esperamos que si esta Sra. Sale electa que no vaya a repetir la misma dosis de Obama, porque en verdad ya estamos cansados de que jueguen con el pueblo humilde que busca una buena re-invindicación.

Lectura del Profeta Oseas 11:1-11

El Profeta de Dios nos habla con un lenguaje sencillo, tan fácil de comprender, pero pareciera que nos esta recriminando lo que ha hecho por nosotros, pero no es así, sino al contrario el como Dios a actuado como si fuera una madre, y con todas las delicadezas de amor puro nos ha amado, esperando el cómo se llena a la plenitud de la verdad.se nos hace ver, que el amor ha sido tan especial, se nos ha cuidado como a un niño, se nos ha llevado por el camino correcto.
- Dios por medio del profeta, hace como un reclamo, ya que nos ha conducido como el mejor pedagogo, nos ha enseñado como seguirle, como amarle, pero al contario en lugar de obrar lo que nos ha mandado, nos hemos desviado haciendo lo contrario, habiendo recibido tantas bendiciones, nos hemos vuelto fríos y desagradecidos.

Ya que no quieren obedecer ni servir a Dios ni a sus semejantes, yo los voy a dejar que los lleven cautivos, de que sean sometidos, y esto no es por castigo sino por justicia que cada uno ha sembrado y de eso es que se cosecha.

Lectura de la Carta del Apóstol Pablo a los Colosenses 3:1-11

San Pablo nos va a hacer entrar en conciencia, de que si Cristo ha resucitado y nosotros hemos resucitado en él y para él, nuestra vida tiene que ser diferente, no podemos vivir a pegados a las cosas terrenales, sino en búsqueda de las cosas de arriba de donde hemos venido y hacia dónde vamos a volver. En esta vida la mayoría de personas vivimos apegados a los bienes materiales o a la vida de placer, como si esto fuera ser eterno o de esto fuéramos a vivir, mientras descuidamos la vida en Dios de lo que nos van a pedir cuentas.

En el texto se nos hace ver cómo hay que aprender a dominar la parte humana, se parte terrena que nos arrastra; pero lo lamentable, es ver como las personas solo ven por la parte religiosa deformada, solo la sexualidad, no ven los pecados, como el libertinaje en general, el amor al dinero, que es una manera de idolatría. Ya es tiempo de darnos cuenta que es tan grave para salir de esa oscuridad para tener vida y estar feliz en Cristo.

Como parte de lo terreno que no nos deja asemejarnos a Cristo Jesús, ni seguir sus pasos en el camino que nos ha indicado; por lo tanto como dice Pablo debemos de rechazar: Los enojos, arrebatos, malas intenciones, ofensas, palabras malas, ni tampoco debemos de mentirnos, ya que hemos sido despojados del hombre viejo y de los vicios que nos alejan de nuestra realidad divina de la cual hemos salido.

El hombre viejo es el que aspira a llevar esa vida de vicios, de egoísmos, de desórdenes, de ser indiferente en la solidaridad; en cambio los que se han revestido de Jesucristo, viven renovados en la gracia de Dios, para ser justos, solidarios, y cada día van perfeccionando su vida, sabiendo que no pueden ser conformistas en imitar a Cristo nuestro guía. Y cuando todos nos introducimos en esta vida, nos encontramos con un Dios que es Padre de todos, donde ya no hay judíos, ni paganos, ni pueblo libre, sino todos libres en Cristo.

Santo Evangelio de San Lucas 12:13-21

San Lucas nos narra como una persona de pide a Jesús que sirva de mediador entre hermanos por las herencias, ya que uno de ellos se ha adueñado de toda la herencia y no comparte con el otro hermano, lo cual es lamentable, porque esa es la triste historia donde unos pocos son los ricos que se han adueñado de la mayor parte de lo que les pertenece a los pobres, y hoy se les presta o se les renta con grandes intereses.

Hay padres de familia que tienen miedo de hacer un testamento y dejan grandes problemas a los, donde hay familias enteras que por bienes materiales se hacen tanto daño que hasta terminan de enemigos y se quitan hasta la vida, todo por el desorden de los padres y de la avaricia que surge del corazón ambicioso del que se adueña de lo de los padres y la mayoría de las veces el que menos apoyo a sus padres.

Cristo al narrarnos como un hombre rico ese año las cosechas habían sido tan abundantes que no sabía qué hacer con tanto que la tierra de había dado, que comenzó a pensar, si hacía muchos más graneros, para luego sacarlo en momento de calamidad y venderlo caro, para obtener mayores ganancias, y desde su corazón egoísta esta pensando cómo darse la buena vida luego de amontonar riquezas.

El hombre estaba feliz que tiene dinero de sobra, semillas en abundancia, y lo único que le queda es disfrutar, darse la buena vida, porque el mismo se da el consuelo que ha trabajo mucho, como hoy en día cantidad de personas que dicen, como yo me quito la vida, tengo el derecho de darme los gustos que sean necesarios y los paseos que necesito, y buscamos justificaciones para mal gastar en lugar de compartir en la vida de la solidaridad, y se nos olvida que un día cuando Dios nos llame y nos pida cuenta, no sabremos dar respuesta, ni tendremos nada ahorrado para la vida eterna.

Que la gracia de Dios nos lleve por el camino correcto, podamos alcanzar las normativas de vida en la buena convivencia y dejemos las ideologías que materializan al ser humano y desde un corazón compasivo aprendamos a compartir con gozo las maravillas de Dios. 

(P. Vidal Rivas)