REFLEXION DOMINICAL, 20 DE MAYO, 2018

DOMINGO DE PENTECOSTES

- Nos encontramos celebrando la gran solemnidad del Domingo de Pentecostés, que son cincuenta días después de la Pascua.

- Como ya sabemos bien, la fiesta de Pentecostés, ya existía como fiesta judía y se celebraba con mucha pasión y entrega antes de que llegara Cristo. Luego que Jesucristo a muerto, resucitado y ascendido al cielo, en la celebración del Pentecostés, que era una gran romería donde venían personas de varias partes del mundo, y mientras los apóstoles están orando encerrados por miedo; el Espíritu Santo viene a los apóstoles y al grupo que está con ellos en oración; mientras el pueblo sólo escucha el ruido de lo que pasa y no saben que es lo que sucede, la gracia de Dios obra en bien de todos.

- Hoy también la vida de los cristianos es iluminada con la aceptación de la santidad de Dios en la figura de Monseñor Romero, que ha sido reconocido a nivel oficial como Mártir y profeta de la verdad. Para todos los que creemos en la verdad y la solidaridad nos llena de felicidad y nos invita a que también nosotros podemos seguir los pasos de Jesucristo, como lo hizo el obispo Romero.

- Que el mundo entero recibo el Espíritu Santo, para que llenos de su luz no sigamos asesinando, invadiendo, como lo que esta pasando en la Franja de Gaza, sino que al contrario pongamos el mandamiento del amor sobre todas las cosas y de esa misma manera nos amenos los unos a los otros como Dios nos ha amado en la persona de Cristo Jesús.

1) Lectura del Libro de Hechos de los Apóstoles 2:1-21

- La lectura nos narra que ya existe la fiesta de pentecostés, que es una fiesta judía, como una romería, donde viene gente de muchos pueblos a celebrar, tanto la parte religiosa, como la parte festiva en la calle y el comercio; pero la lectura nos dice que los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar, en otras palabras, están orando, alabando y glorificando a Dios.

- Los que están en oración son un poco más de 120 personas, en su mayoría mujeres, y no se excluye a nadie de recibir el Espíritu Santo, por lo tanto, no solo vino sobre la Virgen María y los Apóstoles; por eso mismo Pedro va a llegar a decir que Dios no hace diferencia alguna, sino que santifica a todo aquel que le reconoce como Señor y le sigue sin importar lengua, pueblo o religión; porque Dios es padre de todos.

- La comunidad entera no haya que hacer al escuchar el ruido de la venida del Espíritu Santo; pero todos caminan al centro de la ciudad, tanto los que oran que han recibido el Espíritu Santo, como los que estaban en la fiesta de la calle. Al estar todos reunidos los apóstoles comienzan a hablar de Dios en las lenguas respectivas de cada uno de los presentes, ellos están perplejos, maravillados, de cómo puede ser todo esto, si estas personas son humildes campesinos sin estudio, no ven con probabilidad a los galileos que ven de menos clase, como el día de hoy que unos se consideran mejores que otros; pero es Dios el que obra en la gente sencilla como lo dijo la Virgen María cuando visitó a su prima Isabel.

- Con el Espíritu Santo, la vida de Pedro ha cambiado totalmente, él antes lo había negado a Cristo delante de la sirvienta por tres ocasiones, y hoy el miedo ha desaparecido, y en medio del público se para con valentía, con pleno convencimiento y conocimiento de quién es Jesús, del poder de Dios que obra en ellos. Todo lo hace con fe, alegría, Dios está obrando en él.

- Cuando la gente humilde admira a los apóstoles de cómo son sencillos y como Dios obra por medio de ellos, los judíos, lo letrados se ríen de ellos y se burlan, como pasa con las dos caras de la vida; y para eso es que debemos vivir preparados, y es por eso que Pedro les va a decir dos argumentos, son las nueve de la mañana y no podemos estar borrachos, sino que esto es obra del Espíritu de Dios que se anunciaba en el profeta Joél, que todo mortal recibiría el Espíritu.

2) Lectura de la Carta de Pablo a los Romanos 8:22-27

- San Pablo hace referencia, que tanto el mundo entero, como nuestro ser interior gime esperando la redención total, o sea la transformación, como lo que sucede con Cristo en la transfiguración, y es que por el pecado nos hemos desfigurado y también hemos dañado la creación de Dios por nuestros egoísmos y caprichos.

- Además nos dice que estamos salvos, pero todo es esperanza, en otras palabras, todavía nos encontramos en este mundo y somos nosotros los que vamos a decidir si la tomamos o la dejamos, ya la salvación esta dada, pero es cuestión de elección en nuestra valorización.

- Todo ser humano es débil y la fortaleza viene dada por el Espíritu Santo; además no sabemos pedir lo que es para nuestra felicidad y verdadera realización personal, por lo que necesitamos ese Espíritu que solo Dios nos puede dar, para alcanzar lo que es bien para nosotros y no lo que creemos nosotros que nos hace bien.

3) Santo Evangelio según San Juan 15:26-27;16:4-15

- Cuando venga el Espíritu Santo, que es el que les va fortalecer, a clarificar, todo cuanto les he enseñado, el vendrá de parte del Padre y no les va a enseñar nada nuevo, sino como testigo les dará testimonio de mi, y ustedes aprenderán a ser también mis testigos donde quiera que se encuentres, esto significa que el Espíritu Santo lo necesita la iglesia entera, para que demos testimonio, como lo hizo el obispo Romero, que en medio de la adversidad, oposición de los que vivían casados con el poder, él nunca cedió, porque sabía lo que era ser testigo de la verdad.

- Jesús les dice, hoy yo me voy y les estoy preparando para que reciban al Espíritu Santo, por eso no deben de ponerse tristes, porque el nos fortalecerá, será nuestro protector, en realidad, Jesús nos deja cubiertos por su gracia, sabe que sin el Espíritu nuestra vida no tiene sentido.

- Jesús nos hace ver que cuando venga el Espíritu Santo, nos va a enseñar que es lo bueno en el mundo y que es lo que nos aleja de Dios, que nosotros mismos hemos creado; además el Espíritu nos enseñará como es luchar por la justicia y saber hacer juicios de bien, por lo que concluimos que la gente que obra la injusticia y los que la avalan, no tienen el espíritu de Dios.

- Cristo nos hace ver que hay cantidad de cosas que debemos conocer, aprender, pero que no estamos en el momento de hacerlo, por eso mismo nos dará su santo Espíritu, ya que nuestra limitación es grande y necesitamos de su auxilio.

- Cuando Jesús nos dice que el Espíritu nos revelará todo, y que no enseñara nada nuevo y que tampoco trae nada en si mismo para darnos como suyo, es porque en realidad hay una verdadera comunión y los tres participan de la misión de cada una de las tres personas de la Trinidad. Dios es Dios y nuestro ser es un creatura, que solo alcanza su máxima realización en la presencia de Dios y con ese Dios inspirador.

- Corto de una homilía de Monseñor Romero: LA IGLESIA NO ESTA EN LA TIERRA PARA PRIVILEGIOS: “Yo quisiera que subrayáramos mucho esta gran enseñanza, porque la iglesia no está en la tierra para privilegios, para apoyarse en el poder o en la riqueza, para congraciarse con los grandes del mundo. La iglesia no está ni siquiera para exigir grandes templos materiales o monumentos. La iglesia no está en la tierra para enseñar sabiduría de la tierra. La iglesia es el reino de Dios que nos está dando precisamente esto: filiación divina” (Homilía 30 de julio de 1978, V p.97)

- La canonización de Monseñor Romero nos sirva para reconocer que la verdad triunfa sobre el mal, y que la luz brilla sobre las tinieblas y que todos estamos llamados a ser como Romero denunciando la corrupción y buscando como hacer de este mundo un mundo más justo y humano.

- Que todos nos gocemos en la presencia de Dios, siendo sus testigos en nuestra familia, templo, lugar de trabajo, lugares de diversión o sea que en todas partes demos testimonio de su amor. Para que la venida del Espíritu Santo haga de cada una y cada uno de nosotros, otros Romeros, capaces de cambiar el mundo en base a la verdad, a la justicia y a la solidaridad en la lucha de vivir el Evangelio en la defensa de los pobres y marginados. Feliz domingo de Pentecostés, que no solo nos quedemos hablando del nacimiento de la iglesia, sino que seamos nosotros mismos esas piedras vivas del edificio que es la iglesia.

P. Vidal Rivas