- Hoy en este domingo vigésimo tercero, luego de Pentecostés nos encontramos con realidades tan alarmantes y desbordantes, como es el caso de la caravana de hondureños que se desplaza hacia los Estados Unidos de Norteamérica, en realidad es otro éxodo masivo de pobres, marginados que van en busca de una mejor vida, luego de haber sido explotados por tanto tiempo y van en busca de su liberación y nos toca a nosotros ver como este mundo de injusticias y desigualdades va cambio para que sea nuestro hogar común.
- En la vida de la fe, nunca hay que vacilar, solo hay que tener confianza sabiendo de que Dios es nuestra respuesta; además que aunque sean las autoridades religiosas que te desalientan por la manera que te tratan o te empujan a retirarte, no olvides que tú sirves a Jesús y sigue gritando como Bartimeo hasta que Cristo sane tu ceguera y puedas ver las maravillas de Dios y juntos las apreciemos y las compartamos.
1) Lectura del Libro de Job 42:1-6,10-17
- Job luego de haber encontrado con Dios, hoy el puede reafirmar su fe, por lo que va a dar testimonio, cuando nos dice: Reconozco que lo puedes todo, y que eres capaz de realizar todos tus proyectos. Hablé sin inteligencia de cosas que no conocía, de cosas extraordinarias, superiores a mí”. Esto es lo que nos sucede con frecuencia, cuando no entendemos el plan o los designios de Dios, caemos en el error de dudar o cuestionar lo que nos esta pasando y cometemos esas insensateces contra la perfección de Dios.
- Cuando no conoces a Dios, te sucede lo mismo que a Job, que solo de oías, lo que nos dijo nuestra abuelita, o lo que alguien nos ha dicho, no hemos experimentado su amor, no hemos tenido un encuentro con él, ni siquiera sacamos el tiempo necesario para orar, ni leer su Palabra, y cuando estamos en el templo vamos de prisa solo por cumplir con una norma, no porque nos nazca y sepamos que vamos en comunidad a fortalecer nuestra vida de fe.
- En el diario vivir nos encontramos con el refrán que dice: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante”. Esto es lo que vivió Job, porque en medio de sus pruebas y gran enfermedad, que lo había abandonado su esposa, amigos, perdido cosas materiales, desde sus amigos hijos, y en un momento como humano dudo de la misericordia Dios y tras ese encuentro reparador, pudo fortalecer su vida, hoy él pude encontrarse con ese amor redentor, que le inunda de muchas más bendiciones, que el autor las plasma con riquezas materiales, todo para darnos entender que Dios es amor y que nos multiplica los sufrimientos en bendiciones.
2) Lectura de la Carta a los Hebreos 7:23-28
- Esta carta nos va a decir como Jesucristo hace la diferencia como sacerdote cuando nos dice lo siguiente: “Los sacerdotes anteriores se sucedían el uno al otro porque, siendo mortales, no podían permanecer. Jesús, en cambio, permanece para siempre y no se le quitará el sacerdocio. [por eso es capaz de salvar de una vez a los que por su medio se acerquen a Dios. El sigue viviendo e intercediendo a favor de ellos”.
- Cuando hemos entendido la clase de sacerdote que es Cristo, y al sacerdocio que debemos acercarnos, nuestra vida toma mayor realce, sobre todo cuando entendemos bien lo que se nos dice a continuación: “A diferencia de los Sumos sacerdotes, él no tiene necesidad de ofrecer diariamente sacrificios, primero por sus pecados, y luego por los del pueblo. Y para el pueblo no lo hizo una sola vez ofreciéndose a sí mismo”.
- La realidad de todo ello, es que en la vida sacerdotal, de los seres humanos, somos pecadores, muy frágiles, llenos de tantas limitaciones, y debemos de ser realista, que no somos dioses, ni semidioses, por lo tanto tenemos que ver las limitaciones, y que solo somos administradores de las gracias que Dios permite que pasen por medio nuestro a su pueblo; no tenemos que ser estorbo o piedra de tropiezo, no servir de lejanía, sino de puente que acerca lo humano con lo divino, y al mismo tiempo saber que somos limitados y tanto el pueblo como nosotros necesitamos del mismo Dios.
3) Santo Evangelio de San Marcos 10:46-52
- Jesús como es su costumbre, de que ha venido a anunciar la buena nueva del Padre, va por todos los pueblos anunciando la salvación a todos los que se convierten y lo acepten como el Mesías enviado por el Padre a rescatar lo que estaba perdido.
- Hoy Jesús mientras va camino a Jericó se encuentra con Bartimeo, que es un ciego que pide limosna en el camino, que le grita: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!’. Lo que encuentra este ciego mientras grita lleno de fe y entusiasmo, y con la esperanza de ser escuchado por Jesús, hay una muchedumbre de personas, que le sirven de estorbo, como hay hoy en día cantidad de personas que se creen ser santos, con una falsa religión, condenando a otros a que no se acerquen a Dios; porque las normas creadas para someter al pueblo, y no para acercarlo a Dios, nos volvemos los sordos y reprimimos a los humildes que claman a Dios, como su uno liberador.
- Mientras las personas que van siguiendo a Jesús, caminan de manera equivocada, sin saber que Cristo no es de mi propiedad, sino de todos los que saben gritar con confianza, sabiendo que en medio de que muchos me ignoren, me hagan callar, si yo soy una persona de fe, la fe que es un poder, me hace perder el miedo, por lo que voy a gritar con mayor fuerza como lo hace Bartimeo al momento que es callado e ignorado por ese pueblo que se supone que tendría que haberlo tomado de la mano y haber detenido a Jesús y haberle dicho: Mira Señor este ciego necesita de ti, te esta llamando, que se puede hacer por él, pero nada de todo eso, sino una indiferencia, como el mundo insensible que hoy en la actualidad que vivimos, donde nos hemos vuelto egoístas y cada uno trabaja para su vida, sin pensar en los otros, más bien los ignoramos también los pisoteamos con tal de estar bien nosotros.
- El ciego, no se cansa de gritar, en medio que la gente lo quiere callar, y él grita más y más fuerte, hasta que es Jesús el que escucha, se detiene, y va a decir: “Llámenlo”. Por lo tanto usted y yo, nunca nos cansemos de seguir gritando, que Jesús se va detener va a ver tu angustia, escuchará tu clamor y te va a llamar para ver tus necesidades.
- La gente, le va a decir al ciego, luego de haberlo callado y regañado, hoy tienen que decirle, mira eres importante, el escucho tu grito y te llama. Este hombre como un ser con absoluta confianza, tira su monto que lo ata, que lo tiene sujeto como un mendigo y pega un salto para presentarse a Jesús para ser sanado, ya que él ha sabido confiar en que no necesitamos de nada que nos sujete, sino de Cristo que nos haga ver la realidad.
- Jesús va a preguntar a Bartimeo: ?Qué quieres que haga por ti?. Esto es lo mismo que Jesús te pregunta a ti hoy, que quieres que haga por ti?, qué tienes, que te sucede? El ciego Bartimeo, sin dudar, sin ningún complejo le va a decir a Jesús. Maestro, que vea. El cielo no había visto nunca en su vida, hoy ya no quiere depender de las humillaciones, de los insultos, de que otros lo lleven, lo menos precien, quiere ver en la vida, para valerse él mismo y servir de motivación a otros que todo lo podemos en Cristo.
- Jesús al escuchar de este ciego que le pide, que quiere ver, le va a decir: “Puedes irte, tu fe te ha salvado”. Jesús ha devuelto la vista, que es un don de Dios, para poder ver las maravillas creadas por el Padre, y este Bartimeo, hoy se ha encontrado con Jesús que ha venido a devolver la vista a los ciegos para que puedan ver. Hoy necesitamos nosotros también tener esa fe, que ha pesar que en la iglesia, hayan pastores y parte de miembros que son líderes o servidores que caminan más ciegos que Bartimeo, sepamos que el que tiene la última Palabra es cristo, no son los servidores que se creen los dueños de la salvación; por lo tanto no nos demos por vencidos y busquemos como lo hizo el P. Gustavo Gutierrez, que por más que lo sancionaba la iglesia jerárquica, hoy por otra parte de la iglesia Jerárquica es reconocido que él esta en la razón, pero necesitamos seguir perseverando sin desmayar, porque Dios nos dará la vista.
- Que pasen un bello domingo en el que aprendamos de Bartimeo, de saber pedir con fe y perseverancia y por más que nos ignoren, no callemos porque a quien buscamos en Cristo.
P. Vidal Rivas