- Nos encontramos en el tercer domingo de Adviento, cada día más cerca de la gran celebración de la Navidad.
- La vida de Dios es para que nos realicemos, lo que sucede es que nosotros nos vamos por la parte más fácil y buscamos lo que solo nos da deleites humanos y no luchamos por la verdadera realización para alcanzar nuestra misma realización.
- Acabamos de tener la celebración de la Guadalupana, donde hemos visto cantidad de personas reunidas, familias enteras dando gracias a Dios, buscando el amor maternal de María. Todo es muy bonito, lo triste del caso es que nos pasa como a esos malos o descuidados hijos, que solo nos recordamos de la madre para la fecha que se fija y se nos olvida que debe ser siempre y además de no debemos de solo quedarnos admirándola a ella, sino sobre todo busquemos como tener las virtudes que ella practicaba.
1) Lectura del profeta Isaías 61:1-4,8-11
- El profeta esta visualizando la venida de Jesucristo. Nuestro Señor tomó este mismo discurso en la sinagoga de Cafarnaún, cuando nos dice que hoy se ha cumplido esta lectura, y es que Cristo fue enviado, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos la vuelta a la luz. En verdad, Cristo cumple con todo esto que la lectura nos dice, porque hace realidad la promesa de Dios. Lo que viene a darnos Cristo es el año de la gracia, es el año de la salvación de Dios para todos los que se dejan guiar por su Santo Espíritu.
- Cuando tenemos el encuentro con Cristo, ya desaparece el luto, la tristeza, la soledad, y es cuando empezamos a vivir contentos, dando gracias y glorificando al Señor.
- El profeta no solo nos habla de darnos consuelo, sino que nos hace evidente la promesa, de ayunar los senderos, de que Dios nos convertirá el llanto en felicidad, las ruinas por nuevas construcciones, que son permanentes, para bien de todas las generaciones, no lo que el ser humano hace lleno de imperfecciones. Aquí lo que el profeta nos hace manifiesto, es la ciudad y todo está fundamentado en la justicia, para que sea de acuerdo a los planes de Dios.
- El profeta nos hace manifiesto lo que Dios quiere para nosotros cuando nos dice: “Pues como Yo, Yahvé, amo la justicia y odio el robo y el fraude, les entregaré sin falta su recompensa y haré con ellos un contrato que durará siempre”. Esta es la justicia que Dios quiere para todos y de la que debemos gozar todos, no los pactos de libre comercio, que hacen las potencias económicas que van y nos imponen cargas tan pesadas, que no nos dejan ser libres y no llevan riquezas y nos hacen pagarles grandes multas, que dejan a los pueblos hundidos en la miseria, sin que haya nada equitativo, sino robos y verdaderos saqueos. Por eso es que la lectura dice que salta de alegría, porque hemos sido abrigados con el chal de la justicia, no las injusticias de las perversas políticas oportunistas que tienen nuestros gobiernos que están hechas para los poderosos.
- El profeta manifiesta, al igual que la hierba y toda clase de plantas brotan de la tierra en la estación de la primavera o invierno para otros, de la misma manera la justicia, será para todos, no esa vida de atropello y marginación.
2) Lectura de la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses 5:16-24
- Pablo nos habla de tres temas muy fundamentales en la vida de un cristiano: el primero: “Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos”. A la mayoría nos cuesta vivir llenos de alegría, dejamos que las penas pasajeras, las cosas externas nos quiten esa felicidad, y todo es porque no tenemos una vida de oración, esa fuerza que solo Dios puede dar, no tenemos la comunicación con nuestro Padre, y si oramos, lo que hacemos es oraciones repetitivas de pedir y pedir, casi nunca damos gracias a Dios en todo momento aunque recibamos bendición tras bendición. En otras palabras, como dice Pablo no cumplimos con nuestra voluntad.
- En segundo lugar dice Pablo: “No apaguen el Espíritu, no desprecien lo que dicen los profetas. Examínenlo todo y quédense con lo bueno. Eviten toda clase de mal, donde quiera que lo encuentren”. Es que con facilidad apagamos la gracia de Dios que habita en nosotros, se nos olvida que somos templos y sagrarios del Espíritu Santo, y por esa gracia de Dios que no valoramos, muchos de los que decimos ser buenos cristianos, nos hemos llenado de una falsedad y vivimos colmados de un fariseísmo hipócrita, que pensamos que solo lo que hay en nuestra religión, iglesia, Biblia es lo bueno y no vemos lo que Pablo nos dice con claridad, que hay que examinar lo bueno y saber aceptar con humildad que Dios es libre de obrar donde él quiere, por lo tanto hay tanto bien y bueno en todas partes, como hay mal hasta en lo que pensamos que es lo más sagrado de los seres humanos.
- Y en tercer lugar, nos dice: “Que el Dios de la paz los haga santos en toda su persona”. Dios es santo y quiere que todos seamos santos y sin reproche viviendo como debe ser nuestra vocación a la que hemos sido llamados.
3) Santo Evangelio de San Juan 1:6-8,19-28
- San Juan nos narra que vino un hombre enviado por Dios, que lleva el nombre de Juan. Este hombre vino para ser testigo de la Luz, y todos podamos creer en esa luz, y aunque este Juan no era la Luz, le tocó dar testimonio de la luz, ya que él la vio desde que estaba en el vientre de su madre Isabel, cuando la Virgen María la visitó y él saltó de gozo en el vientre de su madre.
- Juan es muy sencillo, humilde, honesto y veraz, por lo tanto cuando lo interrogan los sacerdotes y levitas si él es el Mesías, que lo confiese, él bien hubiese querido tomar ser un impostor o tomar protagonismo como lo hacen muchos, él hubiese alterado el orden, pero desde su lealtad a su vocación fue honesto en decir, no soy lo que ustedes piensan.
- Al contestar Juan con naturalidad y con profunda verdad de quién es él y no lo que ellos piensan no le aceptan, por lo que le van a hacer muchas preguntas: ¿eres Elías? No, ¿Eres el profeta? No, y es cuando se alteran y le van a decir: ¿Quién eres entonces? Y es en este instante cuando Juan nos contesta como deberíamos ser todos, con humildad, no desplazando a otros, sino siendo nosotros mismos, y Juan nos dice: “Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor”. En verdad la sencillez y honestidad que van de la mano de este gran hombre de Dios, que ni siquiera se toma ningún nombre, solo se pone la voz de la Palabra que es Cristo. Si todos fuéramos humildes y aceptáramos a los otros como dice San Pablo: Pongan como superiores a los otros y sírvanle como a Dios mismo’.
- Los enviados de los fariseos y saduceos, como la mayoría de nosotros que nos gustan que nos mientan, porque cuando nos hablan con la verdad no aceptamos y creemos que tiene la verdad el que más mentira y apariencia pone; por eso mismo ellos le van a decir: ¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta? Y es cuando Juan va a contestar, que él solo bautiza con agua, pero que en medio de ellos está el que bautizará con fuego y Espíritu Santo, y este es el bautismo que usted y yo recibimos cuando nos bautizamos no importa la edad que tengamos y a la iglesia que formes parte de ella, porque es el mismo Dios, Señor y una sola fe.
- Que pasen un feliz domingo en la espera del Cristo que quiere nacer en nuestras vidas, y seamos humildes de reconocer que ni siquiera somos dignos de soltarle sus sandalias y él con su infinito amor nos deja que seamos sus amigos y nos deja sentarnos a su altar y que comamos en su mesa.
P. Vidal Rivas