- Estamos celebrando el noveno domingo, después de Pentecostés, donde la vida de fe nos va exigiendo mayor entrega, para poder cambiar este mundo que se vuelve más al materialismo, que pone las cosas sobre Dios mismo.
- No se puede vivir con envidias, buscando como explotar a nuestros hermanos y volverlos mercancías, sino viéndolos y tratándolos con la misma dignidad y grandeza como la nuestra, no hay nadie superior ni nadie inferior, ni porque sacar ventajas sobre los otros; debemos de erradicar de entre nuestros países esas fuerzas extranjeras que pagan para manipular, engañar y luego llevarse nuestras riquezas, pero es tan triste encontrarnos con esos seres que nos venden y se quedan con las ganancias sin importar nuestra dignidad.
- Dios nos invita a vivir en su infinito amor, y saber descubrir que su amor y su ternura son para siempre. Y quien a él tiene nada le falta.
- No podemos seguir confiados en medio de la pandemia, hoy con la cepa Delta, que sigue infundiendo terror y en los que son prudentes y sabios se siguen cuidando, mientras muchos imprudentes, se siguen exponiendo y exponiendo a muchos a que la pandemia siga cobrando más vidas, porque el ser humano sigue siendo vulnerable.